viernes, 30 de julio de 2010

Profunda alumna


Hoy quiero hablar de los grandes desafíos que ha tenido a lo largo de la Historia de la Humanidad, y tiene actualmente, el hombre en este planeta.

No sé cuántos libros habrán llegado a mis manos acerca de lo duro que lo ha tenido la mujer a lo largo de los siglos, acerca del feminismo, acerca de cuán frágil y cuán superior en muchos aspectos es la mujer al hombre, acerca de...lo victima que ha sido durante milenios...

Cuando comienzas a responsabilizarte absolutamente de toda tu vida(y estoy hablando de las mujeres), encuentras respuestas que no son agradables, encuentras respuestas dolorosas, muy dolorosas acerca de la permisividad de la infelicidad que has causado tú misma en tu vida. Una mujer que se responsabiliza de sí misma saca a relucir a su diosa interna. Y cuando te encuentras cara a cara con LA DIOSA, es muy difícil ser alguien menor que ella. Haces todo lo posible para estar a la altura de las circunstancias de tu SER y de tu alma...y te vas convirtiendo en alguien cada vez más dudoso para aquellos que jamás han vislumbrado la esencia de dicha deidad. No es fácil tratar con dioses, lo admito. Yo misma me he topado con seres brillantes y tan luminosos que me han dejado...muda. Pero esa es una buena señal. La mejor señal.

Así como las mujeres deben aprender muchas cosas todavía acerca de sí mismas y de sus divinidades...el hombre también debe hacerlo por su bien y su propia evolución. Pero antes de comenzar a expresar mi profunda admiración hacia el hombre íntegro y sensible con su SER quiero decir algo importante que para mí ha renacido no hace mucho tiempo en mí: la mujer y el hombre NO SON iguales. Y esa es la gran belleza de esta diferenciación biológica.

¿Quién dijo que deberíamos ser iguales?, ¿quién?. Que no seas igual no quiere decir que no tengas los mismos derechos y las mismas responsabilidades. Somos diferentes. Hoy me atrevo a decirlo: SOMOS DIFERENTES. Y ME HACE SENTIR DIVINAMENTE BIEN. Yo ya he sido hombre muchas otras veces...y lo disfruté. Pero ahora soy mujer.

Nadie quiere ser igual al otro, eso es una falacia y una enorme mentira. Yo no quiero ser como los hombres, nisiquiera deseo ser como ninguna otra mujer!!!. Yo, Elena, sólo trato de ser yo misma en este cuerpo y en este SER, nada más...y nada menos.

Hoy deseo apoyar grandiosamente a todos los hombres que están viviendo algún tipo de desafío, sea del ámbito que sea. Pero...deseo que sepais, que teneis derecho a tener momentos difíciles y duros. TENEIS DERECHO a caeros, a equivocaros, a sentir miedo, a sentir fragilidad, a sentir inseguridad. Teneis derecho a exigir ayuda universal, derecho a ser cuidados y protegidos. Teneis derecho a que os respeten y OS VEAN. Teneis derecho a encender la diosa que hay en vosotros y permitirla salir. Teneis derecho a decir que no, a ser quiénes deseais ser. No estais aquí para cumplir las expectativas de nadie...

Estais aquí para ser quiénes sois.

Habeis sufrido durante siglos, cientos, miles, millones de "deberíais" para con todo vuestro entorno. Los machos, los jefes, los que liderais, los que debeis dar la cara, los que debeis dar el primer paso, los que lucheis sin descanso...

BASTA YA!!!. Se acabó!!!. No estais aquí para resarcir a nadie ni a nada. Sois almas con muchísima experiencia y bagaje...ya sabeis que estais aquí para ser vosotros mismos.

Olvidaos de lo que quieren los otros, de las expectativas de otros, de las expectativas de las mujeres...olvidaos de todo ello. Y perdonaros...yo, Elena,os pido perdón como mujer y como diosa despierta.

Perdonarme por todas las veces que os culpé y os taché de egoístas o de prepotentes o de otros limitados adjetivos...no sabía quién era ni tampoco sabía que podía y deseaba cuidar de mí misma.

Perdonarme por creer que erais el córcel blanco que me rescataría...sin ver que ese córcel siempre ha estado cabalgando conmigo.

Perdonarme por no saber expresar mis sentimientos claramente ni mis emociones como deseaba...gracias por todo el dolor y el amor que hemos vivido juntos. Gracias por las mejores y más preciadas lecciones de mi vida. Gracias por ayudarme a despertar la diosa que soy. Gracias por impulsarme a ver quiénes erais y daros un empujón con mi esencia divina.

Respetados hombres despiertos e íntegros, yo os respeto y os venero...y siempre que tengais una batalla de luz por ganar, recordar que contais con la diosa despierta que hay en mí, SIEMPRE.

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