Dar lo que habita en lo profundo


Entender al otro, comprenderlo, escucharlo de verdad es una tarea difícil para la mayoría de las personas. Ver más allá de las apariencias es una tarea y un trabajo de alguien visionario, de alguien erguido en su propia divinidad, en su propio conocimiento profundo. Es un trabajo arduo, difícil y muy costoso puesto que se requiere muchísimo amor, muchísima atención y muchísima sabiduría interna.
Ver al otro es un trabajo amoroso, un trabajo autoelegido y autoguiado. Cuando alguien elige a la persona o personas que ama, desea aprender en gran medida a escucharles y a atenderles de diversas formas...pero sólo se puede lograr si uno ya ha hecho el trabajo de atenderse y escucharse a sí mismo, nunca antes.
Si uno no se conoce y no proyecta todo lo que ha aprendido a lo largo de su vida a los demás, ¿qué podrá compartir?, ¿qué podrá enseñar?, ¿qué podrá dar sinceramente a otros?...nada, absolutamente nada.
Si otros eligen creer de ti lo que desean ver en sí mismos, respétalos...y acepta sus decisiones pero,¿qué decides creer de ti mismo o de ti misma?, ¿quién eres y qué te permites ser?. No puedes sentirte mal contigo mismo, sólo porque el otro no comprenda o no pueda ver la maravilla que eres. La verdadera tarea de amarte y de cuidarte es tuya, no del otro...
Abrirte a otros es fácil para aquellos que desean amar y profundizar en las aguas profundas del SER, es un trabajo que siempre fue fácil para aquellos que siempre estuvieron en contacto con sus almas y sus esencias, pero eso no quiere decir que todo el mundo esté dispuesto a adentrarse en los océanos del corazón sagrado. El precio es muy alto, altísimo, tan alto como las esferas que se rozan y que se expanden dentro de uno.
Muchas veces nos hemos encontrado con seres que no estaban dispuestos a amarnos como nosotros deseabamos ser amados y el abandono de ciertas uniones nos causó heridas profundas y largos inviernos en el corazón y el alma.
Lo más importante de todo ello, de todo ese proceso de encuentros inesperados hermosos o dolorosos, es cómo nos hemos entregado en el proceso, cómo hemos sido de puros y de honestos en el proceso, de cuán fieles hemos sido a nuestros corazones y a nuestros seres. No importa qué es lo que hayamos recibido de aquellos que hemos amado sino quiénes hemos sido en el camino de la entrega cálida y pura.
Conocerse a uno mismo en esa entrega es un don de dios, uno de los mayores regalos de la existencia. Conocer el amor siendo el amor, siendo la fuente interminable y enamorada es revelador, es hermoso y mucho más que hermoso.
Confiar en uno mismo mientras se escucha al corazón es uno de los mayores regalos que porta la vida...y no, no tiene que ver con el objeto de deseo o con el otro SER reflejado en nuestros ojos...tiene que ver en quién nos convertimos para el otro, en quiénes somos cuando nos entregamos al otro. El otro se convierte en una extensión preciosa de la esencia que somos, el otro es un yo que amamos sin condiciones, sin etiquetas, sin mentiras.
Pero el punto crucial es, ¿amamos a aquel SER que está detrás de todo ello?, ¿amamos a quién decide expandirse con otros?, ¿amamos a la persona que mejor conocemos en el mundo?, ¿amamos sus límites?, ¿amamos todo lo que hace por sí misma y por otros?, ¿amamos cada una de las decisiones que toma?, ¿comprendemos sus miedos, sus inseguridades, sus luchas, sus esperas, su tiempo, su espacio, su expresión, su libertad, su alegría, sus secretos, su mundo?. ¿Nos amamos lo suficiente como para sentirnos bien ahora y no permitir que nada ni nadie nos haga sentir mal con quiénes somos?. ¿Hay amor suficiente para mí, para mi vida y mi existencia?. ¿Hay suficiente amor para mis sueños y proyectos?. ¿Hay suficiente amor para la persona que decidí ser?. ¿Lo hay?.
¿Me comprendo lo suficiente, comprendo todo lo que vivo y experimento?, ¿comprendo todo el dolor y todas las heridas?, ¿las comprendo de verdad?.
¿Tengo la suficiente capacidad para comprender a otros, a los otros que realmente me importan?. ¿Los escucho bien?, ¿escucho sus límites o sus creencias, ideas o sentimientos?. ¿Soy capaz de adentrarme en las diferencias y aceptarlas?. ¿Soy capaz de superar las diferencias y respetarlas?. ¿Estoy dispuesto a que los otros me conozcan?. ¿Estoy dispuesto a ser fiel a mí mismo?.
¿Estoy dispuesto a aprender de otros?...
Hubo un deseo en mí hace mucho tiempo que ya no habita en mis anhelos y es el de ser comprendida. Cuando necesitas ser comprendido estás deseando ser aceptado, ser respetado por otros, ser "amado" por otros...pero eso es tarea imposible puesto que aquellos que se experimentan a sí mismos saben que el camino de la experiencia es individual y que esta sabe mejor cuando aceptas incondicionalmente todo lo que vives y todo lo que creas en tu mundo. Nuestras propias creaciones existenciales deberían ser sagradas para nosotros, por muy horrorosas o maravillosas que hayan sido...son nuestras. Forman parte del libre albedrío, forman parte del amor que la existencia tiene por nosotros, el amor que dios tiene para cada uno de nosotros.
La búsqueda individual o la experiencia individual debe ser un vínculo sagrado que hemos de venerar y adorar, ha de ser una experiencia casi mística, religiosa, sublime, sagrada, divina.
Esas experiencias pueden desagradar a otros de formas incontenibles, pueden alejarlos de nosotros debido a la falta de visión o la falta de comprensión o de respeto suficiente por quiénes somos o lo que hacemos.
Nuestras experiencias no deberían ser un obstáculo para aquellos a quienes amamos pero a veces...lo son. Y no por ningún deseo de querer demostrar algo a alguien o demostrar cierta superioridad en lo que hacemos o experimentamos sino por la misma naturaleza de la experiencia-elección que nos indica que hemos de seguir por un sendero de libertad absoluta y de consciencia absoluta.
Todos aprendemos mientras caminamos, todos podemos pedir perdón como muy bien nos han enseñado...pero la culpabilidad por sentirnos libres de experimentar y de ser quiénes somos no es una buena compañera para germinar buenas semillas futuras existenciales.
Lo que duele no es poder no comunicarse con otro, sino que incluso con comunicación, no poder ser visto ni oído.
Y todo esto sobre lo que estoy hablando no tiene nada que ver con la comprensión intelectual, a la cual estamos completamente enganchados gracias a esta sociedad desconectada del SER, del SENTIR solar, sino con el conocimiento profundo de quién es uno o una. Las ideas mentales o creencias mentales, a la larga, son simplemente trazos de un cuadro pintado y creado por el verdadero SER que somos.
Repetir los mismos errores del pasado denota poco amor por uno mismo, denota la falta de comprensión de la lección pasada y dolorosa.
Una de las cosas que nos han enseñado desde hace tiempo es a "arriesgarnos" por el amor, por la otra persona, por el otro...y yo me pregunto qué significa eso de arriesgarse, sólo puede ser un acto cobarde de alguien que no permanece en el centro de su amor. Cuando amas, no hay necesidad de riesgo, AMAS y sólo estás en esa plenitud. No existe nada más...excepto cuando lo que más necesitas es amarte a ti mismo, amarte por encima de lo que esté pasando ahí fuera y permitir que la vida también te ame como tú mereces, que las personas te amen como tú mereces, que permitas que otros amen de la forma que tú lo haces.
La vida me ha enseñado muchas cosas y una lección muy difícil que me ha costado a base de lágrimas y muchísimo sufrimiento es: "ya sé cómo te entregas a la vida, a las personas que aprecias, sé perfectamente cómo das lo mejor de ti hacia todo, sé que estás dando regalos preciados de ti misma...te conozco profundamente, Elena. Pero lo que deseo que comprendas es: ¿estás dispuesta a que la vida te ame de igual manera?, ¿estás dispuesta a ser amada incondicionalmente¿,¿temes todavía que alguien te ame incondicionalmente y eternamente?, ¿estás dispuesta a recibir sin dar nada a cambio?, ¿estás dispuesta a que otros te amen como tú sólo mereces?, ¿estás dispuesta a ser verdaderamente amada?...¿estás dispuesta a relajarte, por fin?, ¿lo estás?, ¿estás preparada para ser agasajada, respetada, vista, cuidada, admirada, amada?, dime, ¿lo estás?...
Y me doy cuenta de que quiero aprender bien y que lo deseo profundamente. Que deseo profundamente ser amada como merezco.

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