Las heridas invisibles
Hay heridas que no se curan con el tiempo.
Hay heridas tan profundas que requieren de silencio, soledad y mucha lágrima.
Hay heridas que ni un millón de médicos ni sanadores podrían sanar.
Hay heridas ...que no dejan de sangrar.
Traspasar el umbral de la locura sólo lo puede hacer un osado...o una osada.
Hay heridas que nadie puede ver y que nadie puede tocar...hasta que juegan con tus sentimientos.
Hay heridas que no puedes nisiquiera compartir...son tan profundas como los océanos del espacio.
Hay heridas que sólo entorpecen más tu camino y distorsionan...tu amor.
Hay heridas que uno se promete a sí mismo no volver a revivirlas...porque nisiquiera la muerte podría superar tal dolor o aflición.
Cuando llegas a esa locura voraz la única pregunta que puedes hacerte es:
¿qué hice yo para vivir tal experiencia?...¿de qué manera hice daño y no fuí consciente?...
Procura tener la sensibilidad y la visión de un ángel cuando trates el corazón de los otros...y el tuyo.
Hay veces en que uno no desea ser más fuerte, ya que esta lo destruye.
La fuerza no arregla corazones...sólo la vulnerabilidad y la sensibilidad de alguien que puede ver más allá de sus narices.
Perdónalo todo... pero no juegues con el corazón de nadie jamás.
No juegues a que amas y sabes amar cuando después vas a tirar a un vertedero el corazón de otro.
Generalmente, todo el mundo se hace daño a sí mismo y a otros porque no conocen el amor...
Todo el mundo habla de conocer el amor, pero en realidad, no saben lo que es ni cómo ha de ser tratado.
El corazón es la morada donde sueña dios...e invitar a ladrones y mentirosos a él no es buena idea.
La única persona que puede proteger ese espacio sagrado eres tú, nadie más.
No des de comer perlas a los cerdos...y confía en ti aún cuando te hayan aniquilado, destrozado, reventado el corazón por dentro.
Recómponlo. Con tiempo y delicadeza, pero sin prisas.
Y no te arrepientas de pedir orden en tu vida y amor del bueno, del único y del compasivo.
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