sábado, 9 de octubre de 2021

La daga

 No todo hombre puede estar con una Diosa humana. No todo hombre tiene la capacidad para soportar tanta belleza y fuerza divina. No todo hombre conoce a los ojos felinos dulces que tiene en frente. Puede confundirlos con lujuria y deseo desenfrenado.

Una Diosa humana puede verlo todo. Sentirlo todo. Ver quién eres en cada movimiento que realizas en tus decisiones para con ella. Determina muy bien quién eres en cada elección y sabe cuál es el nivel de tu coraje debido a esa decisión, sea cual sea esta. 

Cuando una Diosa humana es ENGAÑADA y traicionada lo que vive en ese momento es como un río de sangre en su cuerpo y en su alma que nadie puede parar. 

La daga que le clavas es tan profunda que su veneno llega hasta el corazón celestial y comienza a derramar lágrimas de sangre imparables. Cuando utilizas dicha daga y la metes hasta el fondo de su corazón, ella convulsiona de tal forma que no tiene tiempo para captar qué es lo que está pasando en su hermoso y delicado cuerpo, y en su alma. 

Su boca comienza a vomitar sangre mientras sus delicadas manos blancas, níveas procuran frenar dicho río rojo. Su nariz también convulsiona y deja de respirar bien mientras trata de limpiarse y respirar correctamente, pero no puede. Sus ojos fluyen como una presa de agua desatada y esta va limpiando la sangre convulsionada de boca y nariz mientras estas siguen sangrando.

En el momento que cae al suelo, débil sin casi sangre en su cuerpo, se hace un torniquete en los brazos como puede y a corazón abierto empieza a coser la herida que tú le has causado. Un boquete que hace que el corazón haya disminuído en un 80 % de su capacidad amorosa y receptiva. Se ha quedado pequeño. Chico. Pero todavía late mientras ella recupera la respiración poco a poco. Y llama a Dios y a todos los ángeles que no son ángeles, sino emisarios del viento de luz, para que puedan ayudarla y recuperar su viejo corazón. Pero Dios es tan misericordioso con esta Diosa humana que le brinda parte de SU CORAZÓN para que pueda levantarse y confiar solamente en él/ella, la FUENTE amorosa y quieta que la aquieta por dentro.

Y comprende que estará siempre a salvo con el corazón del Divino luminoso. 

Así que, la próxima vez que el hombre vuelva a pensar si quiera que desea volver a "conquistar" a lo que él no puede ni ver ni amar, ella le entregará LA DAGA que le clavó al corazón que él decía amar y "conocer". Ella le dirá que esa daga ya lleva parte de la sangre del corazón que él intentó codiciar, más no amar ni respetar.

Ella le dirá que tiene suficiente con la sangre seca postrada en el cuchillo que él usó para destruirla. El corazón que codiciaste ya no está para ti ni para nadie. Este pertenece a Dios y Dios dice que no vuelvas a ella jamás.


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