A las Fuerzas del Estado
Un hombre no se mide por las órdenes que cumple de sus "superiores".
Un hombre verdadero se mide por las órdenes que su conciencia le indica por encima de lo que el mundo del honor y de los códigos a seguir le subraye. Porque un hombre sin conciencia no puede ser visualizado como hombre, ya que la HOMBRÍA REAL está atada y sometida a Dios, a la Fuente Divina que representa la VERDAD, LA JUSTICIA Y LA COMPASIÓN HUMANA.
Un hombre sin compasión es solamente un juguete fuerte del juego de la vida, pero un hombre compasivo es un sol que iluminará los corazones de aquellos que son más vulnerables a las embestidas de la vida en la Tierra.
El Honor no puede estar solamente ligado al aplauso de los que superaron el juego diabólico de los hombres pasados, sino a la esencia misma de la soledad iluminada por la luz de la verdad que es la más cálida y certera de todas.
¿Un hombre sin honor no es nada?
NO.
Un hombre sin Dios es NADA. Y sólo la esencia del BIEN supremo brinda cualquier honor que deseáramos...y que ya no necesitamos, precisamente por la presencia indudable de la conciencia activa en nosotros.
Un hombre que hace lo correcto para su conciencia y la de otros es el hombre más honorable de todos.
Una orden que no es JUSTA ni BUENA es un camino hacia la injusticia y el dolor. Y no sólo de quién lo recibe sino de quién lo brinda.
No os escudéis en órdenes porque si lo hacéis perderéis vuestra humanidad y estaréis en el camino del robotismo controlado. Si necesitáis órdenes para hacer justicia y bondad...tal vez, no seáis dignos de tales cualidades divinas.
Y las perderéis por el camino...y un día os preguntaréis qué fue de mi corazón servidor, justo y compasivo. Y lo único que os tendréis que preguntar será:
¿tendré que pedir permiso para descongelar mi conciencia y no sufrir como lo hago?
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